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Minorías sexuales y sincretismo religioso en la etnia fang de Guinea Ecuatorial

Trifonia Melibea Obono, Foto: privat

Invitación
Deutsch (Blogbeitrag von Melibea Obono)
Webtalk mit Melibea Obono

Minorías sexuales y sincretismo religioso en la etnia fang de Guinea Ecuatorial. Un texto de Trifonia Melibea Obono, activista y escritora de Guinea Ecuatorial, que escribió con motivo de una webtalk con la Fundación Hirschfeld-Eddy en julio de 2023.

La noticia de una muerte se lamenta en nombre de Nzama, el Dios de la etnia fang de Guinea Ecuatorial. En su nombre se llora, se canta, se pretende enamorar a la persona deseada, se baila los nacimientos, la fertilidad de las tierras y el primer salario de un miembro del clan. Contra Nzama compiten Jesucristo, Jehová y Alá, que llegaron después y con la fuerza de un huracán para llenar el presunto vacío espiritual de un pueblo. Y no. 

Hasta hoy el pueblo fang sigue ligado a su “padre creador” —tar nzama— considerado “hacedor de todo lo que existe en el universo”, empezando por el varón (mot) y seguido por todo lo demás. Su nombre en la lengua fang es Nzama ye Mebegue me Ncom Bot.

Nzama es el comienzo y el fin. Las personas fang lo invocan a pesar de la demolición oficial de las instituciones que lo representaban. La etnografía le responsabiliza a la colonizacióón de su muerte. Sin embargo, una lectura somera del funcionamiento de las instituciones que lo convirtieron en inmortal revela que probablemente colaboraron para su caída los grupos sociales reprimidos por las costumbres dictadas en su nombre. Es el caso de las mujeres, las minorías sexuales, los varones jóvenes, los artistas críticos, etc. Ahora. La controversia que emerge de un panorama que garantiza el juego del poder entre grupos sociales opresores y oprimidos promueve la formulación de dos preguntas. ¿Quién es Nzama y cómo se accede a él? ¿Cómo creó Nzama al hombre? ¿Cómo creó Nzama a la mujer?

Nzama, cuenta la mitología, es hijo de Mebegue, su padre, un ser supremo y poderoso que le ayudó a crear el mundo. Gracias a la obra divina nació el primer varón, dotado de poderes para amar, mandar y castigar. Los intelectuales están de acuerdo sobre la creación del primer varón, al que se llamó fám, cuyo significado en la lengua fang se traduce en varios adjetivos: valiente, fuerte, auténtico, inmortal, invencible. El mundo del pensamiento no aporta una narrativa común sobre la creación de la mujer, un vació cuya discusión está canalizada en múltiples vertientes. Es probable que a la mujer lo creara el varón recomendado por Nzama. Es probable que a Nzama se le olvidara crear a la mujer. Es probable que Nzama creara a la mujer. El debate está abierto.

La mujer, de dudoso origen, fue recluida con el varón en un bosque, en un espacio casi paradisíaco, narra la mitología, con una prohibición al varón: el consumo de una fruta. Nzama, en principio hacedor del mundo, justo y todo poderoso, a la vulva femenina le otorgó un nombre, no humano, sino alimenticio, una premisa que desde el punto de vista de la teoría feminista implica deshumanización del cuerpo femenino. La etnografía narra que una serpiente con ayuda de la mujer convenció al varón de que consumiera la fruta, la vulva, una práctica que enfadó a Nzama y como consecuencia abandonó al pueblo fang. Y eso no es todo.

Nzama tuvo otros hijos, no siempre humanos, y repudió a uno, de nombre Evú (hechizo), exiliado en el bosque por su carácter maligno. La mujer, por segunda vez, desobedeció las directrices del creador trayéndolo al poblado. ¿Cómo lo hizo? La mitología cuenta que se abrió de piernas dejando acceder al evú hasta su cuerpo. Así llegó el mal a la comunidad humana creada por Nzama para la inmortalidad. El mundo fang no conocía el mal ni la muerte hasta que la mujer trajo consigo al hijo repudiado por Dios que solo se alimenta de la sangre humana y de los animales.

El Evú es la materia de la brujería fang y hasta hoy representa a la mujer. La mujer representa la maldad, la muerte, la brujería, la magia en el mal sentido. El hombre representa el bien y tras la muerte le espera una vida digna. Se incorpora al mundo de los ancestros, quienes tienen relación directa con Nzama y ejercen una labor intermediaria entre el mundo de las personas vivas (é mo milang), las fallecidas (é si be wú) y Nzama. Un varón fang antes de fallecer, en la vejez (ñá moro), ostenta un estatus digno. Es conocedor de la vida. Monopoliza el conocimiento y sus intereses, institucionalizados en la casa comunal (Abáa, nombre con carácter androcéntrico), forman parte de las costumbres que confecciona con otros varones en nombre del bien común.

El paralelismo entre el génesis y el origen del mundo fang es la manifestación del sincretismo religioso. La maldad de la mujer no se limita en el mundo heteronormativo. Las mujeres que aman a otras mujeres disfrutan de muchos nombres, entre los más repetidos figura “el enfado de Dios” o Ayé Nzama. Las mujeres lesbianas y los hombres transgénero viven a diario las manifestaciones lesbofóbicas como consecuencia del mito del evú, el hijo repudiado de Nzama.

Las mujeres heterosexuales están definidas por las costumbres étnicas como individuos creados solo para procrear. Esta narrativa, que anula la sexualidad autónoma de las mujeres frente a los varones, normaliza la lesbofobia. La conciencia colectiva no concibe la sexualidad femenina al margen del pene. El proceso de castigo está acompañado de un ensañamiento contra la vulva femenina, manifestado en castigos muy duros que en nada tienen que envidiarle al cristiano-catolicismo. La lesbofobia en la etnia fang de Guinea Ecuatorial no se debería combatir solo en el terreno de las religiones advenedizas. Es importante orientar el trabajo en Nzama ye Mebegue me Ncom Bot.

Las costumbres (me nvena me ayong) instituidas en nombre de Nzama por la gerontocracia fang (el gobierno de los be ñá boro), en principio, por el bien de la comunidad, no siempre se orientan para el bien común. Y no es cierto que la colonización las haya destrozado por completo. Sobreviven contra todo pronóstico: se han adaptado a la globalización y ganado la partida a otras religiones hegemónicas representadas por Jesucristo, Jehová y Alá.

Trifonia Melibea Obono

Este es un evento de la Fundación Hirschfeld Eddy como parte del proyecto “We believe in change”: Derechos humanos, libertad de religión o creencia y prevención de la violencia y discriminación contra personas LGBTI+. Encuentra todos los artículos relacionados con este proyecto en nuestro blog con el “tag” WBIC-2023.

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